viernes, 20 de septiembre de 2013

¿LUGARES SAGRADOS?



Dios creó el cielo, la tierra y cuanto existe, y nos ha permitido disfrutar y poseer su creación

Cada uno tenemos algo que consideramos como propio, y esa propiedad esta tutelada por los mandamientos ¡No robarás!...¡No desearás las cosas ajenas!

Si no respetáramos la propiedad de los demás haríamos imposible la convivencia en la sociedad.

Nosotros tenemos derecho a que lo nuestro se respete…. Y Dios…¿El Creador y dueño de todo no tendrá derecho a que lo suyo sea respetado?

Pero antes tendríamos que saber qué es lo que le pertenece a Dios… Quizás pensaríamos que los templos… y es cierto…pero esos templos que decimos que le pertenecen a Dios ¿No llegan a parecer a veces mercados o clubes sociales porque las personas que asistimos a ellos no manifestamos respeto en las celebraciones litúrgicas, en las oraciones?

Olvidamos que son lugares sagrados, por estar dedicados a Dios y permanecemos en ellos como si estuviéramos en cualquier lugar, olvidando incluso el respeto a Cristo vivo, presente y palpitante en el sagrario.

¿No son el templo, y hasta sus atrios lugares sagrados? …Lo son, aunque muchos católicos hagamos parecer con nuestra actitud que no lo son.

Los fieles debíamos aprender el respeto a lo sagrado de la actitud de los Obispos y los sacerdotes pero, aunque ellos no nos dieran ese ejemplo, los fieles SI AMAMOS a Cristo, guardaríamos ese respeto.

¿Pero por qué darle tanta importancia al respeto en el templo?

Porque generalmente con el respeto que tenemos a ciertas cosas manifestamos el respeto que tenemos hacia la persona a la que le pertenecen.

¿Cómo podríamos pensar que amamos a Dios y no respetamos los lugares sagrados?

Jesús defendió el templo como un lugar sagrado, y corrió de él violentamente a los vendedores (Jn 2,13-22).¿Que haría ahora en nuestros templos cuando son dedicados a cualquier actividad ajena a Dios?

¿No correría del templo a aquellos que, actualmente lo convertimos en un mercado?

Pero, una propiedad de Dios más sagrada que el templo, es NUESTRA ALMA que le corresponde exclusivamente a Él y a nadie más.

…Pero no hemos respetado esa propiedad de Dios, y más bien, lo hemos echado de ahí tantas veces por el pecado.

¿Cuánto lo ofenderemos al ignorarlo y darle el corazón a cualquier persona o incluso a las cosas, quitándole a Dios su lugar privilegiado?

¿Con qué cara podemos defender nuestro derecho a que respeten lo nuestro…y nosotros, perteneciendo a Dios no le hemos dado a Él nuestro corazón?

¿Y porqué decir que pertenecemos a Cristo? Sencillamente porque hemos sido comprados a precio de su sangre (1Cor 6,20), “solo” por eso somos suyos.

Pero habrá quien diga: ¡Yo nunca lo correría de mi alma! Sin embargo, con cada pecado seguimos usurpando su lugar para dárselo a alguien o a algo más.

¿Y tú qué dices…Te decides a darle a Dios su lugar?